martes, 15 de octubre de 2013

Zé Perry, entre a Patagonia y Campeche


Imagen: javiervillanuevaliteratura.blogspot.com 
"Zé Perri" en la Patagonia y en el Campeche da Santa Catarina


Pocos conocen esta historia, que abarca dos espacios geográficos distintos en una misma época, unidos por los viajes de aventurero que pasó a las páginas de la literatura gracias al éxito de su "Principito"

El autor y viajero incansable, claro, es Antoine de Saint-Exupéry, autor de "El Principito", que murió en el mar, desaparecido a los 44 años, el 31 de julio 1944, durante la segunda guerra mundial. 

Saint-Exupéry fue escritor y aviador, y el catarinense Rafael Manoel Inácio, amigo Exupéry, lo conoció durante sus cortas temporadas de descanso, mezcladas con trabajo, en Florianópolis, entre 1926 y 1931, mientras el francés se desempeñaba como piloto de la línea aérea Latècoère, conocida hoy como Air France.

El avión tenía muy poca autonomía de vuelo en aquellos años, y las dunas de Campeche servían de poso a las líneas que llevaban el correo aéreo entre Europa, la Patagonia argentina y Buenos Aires. 
Las paradas eran para revisar y reabastecer los aviones y para que los pilotos pudieran descansar. A veces pasaban varios días en la playa de Santa Catarina.
Así nació la amistad entre el pescador Manoel Inácio, conocido como Deca y Saint-Exupéry, llamado "Zé Perri" por los residentes de Campeche, que no conseguían pronunciar el nombre del francés. Dicen que "Zé Perri" adoraba la tapioca de harina de yuca.

Saint Exupéry había llegado a Argentina el 12 de octubre de 1929, junto con Jean Mermoz y Guillaumet, que eran sus compañeros en la aviación. Fue el fundador y el primer piloto de la Aeropostal Argentina, la primera aerolínea en el país. Esta línea se dedicaba principalmente al transporte de correo –lo que representaba un gran negocio em aquel tiempo, aunque también llevaba, en ciertas ocasiones, algunos pasageiros. El primer vuelo tuvo lugar el 20 de octubre de 1929, entre Buenos Aires y Comodoro Rivadavia. Las escalas fueron en San Antonio Oeste -cuyo aerodromo nombre hoy lleva el nombre de Saint Exupéry- y Trelew, donde segun cuentan los patagónicos, el piloto adoptó una foca.

Buenos Aires y Punta Arenas, línea que acabó con el aislamiento de los pueblos del sur. En su estadía en nuestro país pasó largas veladas con Victoria Ocampo, quien después le editaría la novela Correo del Sur en SUR.

En junio de 1930 se perdió en la cordillera su compañero Guillaumet, durante una tormenta. Por días y días, Saint Exupéry sobrevoló los Andes buscándolo o buscando alguna señal de él. Nadie quería acompañarlo en una excursión por tierra, ya que la sabiduría de los baqueanos dice que los Andes, en invierno, no devuelven a los hombres. Escribe, entonces, en una carta imaginaria a su amigo, que luego formará parte de su libro Tierra de Hombres:

“…Y cuando de nuevo me deslizaba entre los muros de los pilares gigantes de los Andes, me parecía que ya no te buscaba, sino que velaba tu cuerpo en silencio, dentro de una catedral de nieve…”

Casi por un milagro, después de cinco días de vagar sin rumbo, el piloto fue encontrado sano y salvo. La historia de su travesía heroica por los picos helados de la cordillera, escuchada tantas veces por Saint Exupéry, está contada con lujo de detalles en el libro "Tierra de Hombres".

En enero de 1931, después de quince meses de estadía en Argentina, el piloto escritor se volvió a Francia. Su propósito, en principio era simplemente tomarse unas vacaciones, las que serían aprovechadas para casarse con una joven, Consuelo Suncin, que le había sido presentada en Buenos Aires. Estando en Europa, la compañía Aeropostal Argentina se declaró en quiebra y Saint Exupéry ya no volvería al lejano país del sur.
En el año de 1943 el piloto escribiría su obra corta más conocida: “El Principito”, en la que una de las ilustraciones muestra una boa que se traga un elefante, que según los patagónicos, tendría un parecido bastante particular con la silueta de la Isla de los Pájaros.

Muchas eran las paradas desde Fortaleza hasta Florianópolis y Campeche era la última de Brasil antes de continuar hacia Argentina y Chile. El viejo aeropuerto de Florianópolis se encontraba justamente allí, en Campeche. Donde hoy existe un monolito que recuerda a los aviadores franceses que cruzaban el atlántico para mantener comunicados a ambos continentes. Además, en muchos otros lugares de Brasil podemos ver calles con el nombre Zeperri, como le decían los lugareños a Saint Exupéry.


Y en uno de esos viaje, en la Patagonia argentina o en los alrededores de Florianópolis, te encontraste al Príncipe de cabellos desarreglados y de sobretodo largo, dueño de tres volcanes y de una rosa en un planetita, siempre amenazado por el crecimiento endemoniadado de los bao-babs. En el desierto solitario, en el mismo en que el Principito conoce al narrador, un aviador con su máquina descompuesta. Y le habla de un Zorro, metáfora del amigo ideal, que todos los lectores guardaremos para siempre.

Javier Villanueva, São Paulo, octubre de 2013.

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