Cuando una clase es muy ruidosa uno puede pensar de plano que el profesor es permisivo y sin autoridad. ¡Esto no es correcto! Es hora de revisar los conceptos sobre la escuela y lo que es un buen profe.
La intención no es prohibir la conversación durante la clase pues esta no significa dispersión. A veces, puede que los alumnos demuestren su oposición a lo que se propone (como una taréa) o a la cara de autoridad del profesor.
Sin duda este es uno de los principales problemas en la clase, pero, eso no quiere decir que debe ser tratado como algo grave (con algún castigo, por ejemplo). Cuando el profesor decide castigar a la clase, esta, pasa a renunciar a cualquier forma de liderazgo y pude que, en última instancia, engendre una situación donde se impida la creación de un clima propicio para el aprendizaje.
Por otra parte, una clase que se comporta con la rigidez de una disciplina militar no puede ser tomada como modelo a alcanzar a cualquier precio. El alumno no puede considerarse como apenas un mero oyente en el proceso de aprendizaje. ¡El conocimiento va más allá! Exige un intercambio de ideas, debates y trabajo cooperativo entre los alumnos. Pongamos algunos ejemplos de este tipo de actividad: sesiones planificadas de trabajo en grupo, presentaciones orales para la clase y, por último, situaciones que les permita a los alumnos organizar sus ideas y compararlas con las de sus amigos.
Todos estos procedimientos pueden ocurrir sin que este profesor eche a perder la autoridad dentro de la clase. O sea, en todas las clases se puede aprovechar la oportunidad y adquirir una posición de investigador. Recolectar datos sobre las ideas de los alumnos y hacer preguntas para poner a prueba la eficacia su propia enseñanza.
Por: Mirtha Nassralla, con colaboración de Cleber Lopes.
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