Antes, un poco de historia
En enero de 1833, en una de sus tantas actividades de piratería, naves inglesas produjeron el acto ilegal de ocupar las Islas Malvinas, en la actual provincia de Tierra del Fuego, en la Patagonia Argentina. En realidad fue nada más que una primera ocasión, ya que en realidad, las invadieron 3 veces, y en esa oportunidad no estuvieron mucho tiempo usurpando el territorio insular, aunque ya habían habido otras dos tentativas graves de tomar Buenos Aires en las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807.
En ese contexto aparece la figura patriótica del Gaucho Rivero, nacido en Concepción del Uruguay, en Entre Ríos, en 1808. Fue llevado a las Malvinas por Luis Vernet, en 1827, para trabajar como peón de estancia, junto con un capataz francés y un irlandés, encargado de los negocios. El negociante Luis Vernet, nacido en Hamburgo, pero de ascendencia francesa, recibió una concesión territorial en las Malvinas, de cuya administración se hace cargo y para lo cual contrata a gauchos, negros y aborígenes, mano de obra barata que será explotada como corresponde.
La carrera de Luis Vernet es veloz: dos años después de la concesión territorial ya es el comandante político y militar de las Islas, aunque cultiva poca lealtad hacia la patria que lo colocó en su lugar, y en sus cartas al encargado de negocios británico remite desde “Falkland Islands” en lugar de “Islas Malvinas” que es el nombre oficial del territorio que gobierna.
El Gaucho Rivero y sus compañeros llevan una vida dura en las Islas: Luis Vernet les paga con vales, que no siempre son aceptados por los comerciantes amigos de Vernet, o son recibidos a un valor mucho menor.
En diciembre de 1831 la corbeta de guerra estadounidense “Lexington”, capitaneada por el pirata norteamericano Silas Duncan, llegó a Puerto Luis. Portaba bandera francesa, para esconder su verdadera identidad y aprovecharse de un descuido en tierra para cañonear las defensas de la isla, destruyendo el asentamiento, usurpando edificios públicos, saqueando los abastecimientos, robando los cueros y alimentos. Por fin, queman el polvorín y detienen a un grupo de habitantes.
Rivero y sus gauchos se esconden en el interior de las islas para no ser apresados. Los piratas norteamericanos se quedan en las islas un mes. Al momento del ataque, la colonia de Puerto Luis tenía 124 habitantes: 30 negros, 34 porteños, 28 rioplatenses de origen inglés y 7 alemanes, además de una guarnición de 25 hombres. Removidas las autoridades legítimas y estropeados los bienes e instalaciones, el archipiélago queda en total desorden: los presos del penal deambulaban libres, y los piratas atracan impunemente en sus puertos y fondeaderos.
Buenos Aires vive una indignación generalizada: el diario porteño La Gaceta Mercantil llamó al atentado una "infracción al derecho de gentes" y un "ultraje al pabellón argentino". Luis Vernet, ya en Buenos Aires, propone al sargento mayor de artillería Mestivier para que lo reemplace en su ausencia y arregle los desastres creados por la “Lexington”. Mestivier viaja en la goleta de guerra “Sarandí”, comandada por el teniente coronel de marina Pinedo.
En las Islas Malvinas, el comandante Pinedo empieza a recorrer las costas de las islas en la goleta que había sido la nave insignia y capitana del Almirante Guillermo Brown, tratando de recomponer el desorden; pero en su ausencia, el 30 de noviembre ocurre una sublevación en Puerto Luis, en la cual el comandante Mestivier es asesinado por el sargento Manuel Sáenz Valiente. El ayudante de Pinedo, Gomila, se instala en la habitación del fallecido comandante en medio de un caos total.
Al volver al Puerto, Pinedo recompuso la cadena de mando, detuvo a los rebeldes e inició las actuaciones sumarias del caso. Días después el orden había sido restablecido.
La tragedia en Malvinas ayudó a la invasión británica posterior: aparte de la inutilización de las defensas y fortificaciones argentinas en Puerto Luis, y la destrucción de edificios y robo de materiales a manos de la norteamericana USS Lexington, el archipiélago estaba en un total caos administrativo, defendido apenas por una goleta y su pequeña dotación, varios de sus soldados presos y en estado de insubordinación, con una mayoría de habitantes que eran colonos extranjeros recientemente incorporados a la nacionalidad argentina, y gran parte de ellos de origen británico, que dudarían en tomar las armas en contra de su país natal.
Más sobre piratas y piraterías
En 1833 llega la corbeta pirata inglesa “Clío” y toma las Islas. Su capitán ordena al teniente coronel Pinedo que arríe la bandera de Argentina y que salga de las islas. Impone como autoridades al francés, capataz de Vernet y a su encargado de negocios de nacionalidad irlandesa. El 3 de enero de 1833 desplazan a las autoridades legítimas argentinas, arrían la bandera y colocan en su lugar la inglesa.
El 26 de agosto de 1833, el Gaucho Rivero y otros 7 patriotas, Juan Brasido, José María Luna, Luciano Flores, Manuel Godoy, Felipe Salazar, Manuel González y Pascual Latorre, cansados de tantas injusticias, y de ver la bandera inglesa flameando en el mástil, producen un levantamiento revolucionario.
Los rebeldes, además de su desventaja numérica, estaban muy mal armados con facones, boleadoras y mosquetes, distinto de las pistolas y fusiles con los que contaban los invasores, por lo que decidieron actuar por sorpresa. Tras un breve enfrentamiento ajusticiaron a las autoridades ilegales que los piratas ingleses habían dejado y tomaron la comandancia. Impidieron izar la bandera británica durante cinco meses, astearon la bandera argentina, y se hicieron cargo de las Islas.
En enero de 1834 llega otra corbeta inglesa con soldados para combatir a los insurrectos, constituyendo el segundo acto de piratería, apresando a los gauchos argentinos y aborígenes, aunque pasaron muchos meses para capturar al Gaucho Rivero y enviarlos a todos a Gran Bretaña para ser juzgados. Por fin, en 1835 son repatriados y dejados en libertad, porque consideraron que no habían producido actos de vandalismo - castigado con la muerte- sino una resistencia patriótica.
La última patriada del Gaucho Rivero lo encuentra combatiendo contra nuevas invasiones - esta vez de Francia, aliada a Inglaterra- en la Vuelta de Obligado de 1845.
Más historias de piratas, corsarios y filibusteros
La piratería en América resultó de la política de despoblamiento forzoso de los españoles a comienzos de 1600 con el fin de colonizar el continente, lo que dejó el campo libre a los filibusteros. La Orden de los Piratas o Cofradía de los Hermanos de la Costa apareció en el Caribe hacia 1620.
El ingreso a la Orden de los Piratas tenía un período de prueba de dos años, llamado "Matelotage ", en la que el aspirante o "Mamelot" trabajaba de criado y de guardaespaldas del filibustero que lo tenía a su cargo.
Los piratas británicos siempre fueron muy organizados: cuando atacaban barcos extranjeros y conseguían un botín, se separaba una parte para pagar los servicios del carpintero y del cirujano - entre 100 y 150 pesos para el primero, y de 200 a 250 pesos para el segundo. Lo siguiente era pasar revista a las heridas de la tripulación y aquellos que en el transcurso de la pelea quedaran tullidos obtenían una bonificación en su parte, equivalente a la gravedad de su herida:
Recompensa por herida en combate:
- Pérdida del brazo derecho: 600 pesos o seis esclavos.
- Pérdida del brazo Izquierdo: 500 pesos o cinco esclavos.
- Pérdida de la pierna derecha: 500 pesos o cinco esclavos.
- Pérdida de la pierna izquierda: 400 pesos o cuatro esclavos.
- Pérdida de un ojo: 100 pesos o un esclavo.
- Pérdida de un dedo: 100 pesos.
El resto se dividía en cinco o seis partes, de las cuales dos eran para el capitán, y lo demás se repartía equitativamente entre la tripulación, con excepción de los aprendices, que sólo cobraban la mitad.
Este sistema, generalmente aceptado, pocas veces se burlaba so pena de ver pasar por la quilla al muchas veces odiado capitán.
El precio por un esclavo blanco rondaba los 30 escudos, mientras que el de un esclavo negro iba de 20 a 30 escudos.
Los marineros forzados o "engangées" eran esclavos blancos temporales que vendían las compañías comerciales inglesas, francesas y holandesas a los filibusteros, y que en muchos casos eran simples políticas para la colonización del nuevo mundo.
Desde 1644 los barcos holandeses podían entrar en los puertos españoles en caso de necesidad, como resultado de los pactos firmados entre las coronas española y la de Holanda, momento que aprovechaban las dos partes para poder comerciar ilegalmente.
A través de la piratería, los ingleses, franceses, holandeses, daneses y suecos ya tenían colonias en el Caribe en el primer cuarto del siglo XVII. Para ser más exactos, la relación de las posesiones no castellanas, en el Caribe, por país, era la siguiente:
- Inglaterra: Trinidad, Tobago, Granada, las Granadillas, San Vicente, Barbuda, Anegada, Virgen Gorda y la Tórtola. A partir de 1655 se agregan Jamaica y las islas Bahamas.
- Francia: Martinica, Guadalupe, Marigalante, las Bantas, la Deseada, la parte norte de San Martín, y la parte occidental y norte de la Española.
- Holanda: Isla de Saba, San Eustaquio, Curacao, Bonaire y Aruba.
- Dinamarca: Santo Tomás, San Juan y Santa Cruz.
- Suecia: San Bartolomé.
El monopolio sevillano del comercio europeo con América tenía como única excepción la de los puertos canarios. Fue ese carácter de puerto franco lo que permitió disfrutar a las islas Canarias, hasta el siglo XIX, de la presencia continua de comerciantes europeos de diversas nacionalidades.
A partir de 1650 empieza el declive holandés en el Caribe y de la Compañía de las Indias Occidentales, a la vez que Inglaterra establece su predominio en el mar, siempre con la inestimable ayuda de piratas, corsarios y filibusteros al servicio de su majestad.
Y ahora, una mini novela sobre la guerra que nunca ocurrió:
Catamarca, otoño de 1982.
Victoriano oyó alguien golpeando las manos en el portón y abrió los ojos: - ¡Don Unzaga! - escuchó gritar. Vio la figura difusa de un jeep gris de la aviación y largó el chala; se puso las alpargatas pero no se movió de la hamaca en la que fumaba, sentado en la galería.
El viento frío del otoño le golpeó la cara a la Gringa cuando se acercaba a la entrada de la casa a recibir al mensajero, y tuvo tiempo de pensar en cómo era triste el mes de abril en las Chacras, todavía lleno de flores, pero ya anunciando toda la crudeza del invierno.
El soldadito le entregó un telegrama: - Para don Victoriano - dijo, y entró en el jeep, partiendo de inmediato. La Gringa tuvo un escalofrío, y adivinó el contenido del mensaje sin necesidad de abrirlo.
"La Fuerza Aérea Argentina informa que el soldado Rodolfo Unzaga murió en combate en defensa de la Patria. Las Malvinas son Argentinas, 29 de abril de 1982".
La Gringa sollozó bajito, y Victoriano se secó una lágrima que no le salió de los ojos, siempre azules y en ese momento helados.
Catamarca, octubre de 2042.
Estercita sintió un mareo y se desvaneció; imaginó ver pasar un tren, despacio, casi deteniéndose en la estación de Recreo, y en cada ventanilla creyó ver una escena de su larga vida: casi una niña, cuidándola a doña Eufemia, setenta años atrás; años después, dejándole flores al abuelo Victoriano, y hace otros treinta, ayudándolos a Roque y a la tía Gringa. ¡No es fácil cumplir cien años! La ciencia avanzó mucho y logró la cura del cáncer, el sida y la dependencia del "paco", la marihuana y hasta del alcohol y el tabaco. Pero no curó los males de la memoria y las nostalgias.
Doña Estercita cumple cien años, ¡quién diría! Y sale la viejita del desmayo y se acuerda de las imágenes nítidas que revivió, las alegrías que sintió, y el dolor de los recuerdos más amargos. Como el de la segunda guerra de las Malvinas, la de 2022.
Y se acordó de la tía Gringa, cuando supo que lo habían matado al hijo de Rodolfito en la maldita segunda guerra, casi del mismo modo que había muerto el padre en la primera, cuarenta años antes.
Lima, Perú, 25 de enero de 2022
Una escuadrilla de aviones caza pasa por sobre el cielo de Miraflores y Rodolfo Unzaga, agregado militar en la embajada argentina en la capital peruana, piensa en su destino. Era el tercer Rodolfo entre los Unzaga: el primero había muerto en un accidente con un camión en las cuestas del Portezuelo, Catamarca, en 1952, el mismo año de la muerte de Evita. El segundo fue su padre, nieto de Victoriano que se fue muy joven a Buenos Aires y entró en la aeronáutica, muriendo en la primera guerra de las Malvinas, tres semanas después del desembarco argentino en Puerto Stanley y antes del inicio efectivo de las hostilidades, en 1982.
El otro Rodolfo, el segundo, estaba a la espera de una orden para empezar las comunicaciones entre la aviación argentina y los submarinos atómicos rusos -o soviéticos, en ésa época- que irían a dar apoyo logístico a las tropas de Galtieri.
- Los nacionalistas más sectarios dicen que en América del Sur, el papel de Argentina es igual al de un niño rico con el que ninguno de sus vecinos quiere jugar - le dice el cabo Gatica a Rodolfo, algo que tal vez es una imagen que el país se ganó gracias a sus malos gobernantes de antaño, y agrega Gatica:
- Pero son pocos los que creen que el pueblo comparta las ideas de sus políticos. De las mismas fuente envenenadas fue que surgió la falsa noticia de que la aviación argentina había ayudado a Ecuador con armas, en la corta guerra contra Perú– y es la opinión de un hombre, peruano, cuyo padre había muerto en una acción secreta de su país en defensa de la Argentina.
Y Rodolfo le contesta: - No sé, sobre eso ya no me arriesgo a opinar, el gobierno de Menem era capaz de cualquier cosa. Pero sí es verdad que fue un episodio oscuro, a tal punto que salieron los mismos ecuatorianos a desmentir la tal venta de armamento - dice, y vuelve a mirar hacia el cielo, porque desde el norte, y haciendo una enorme curva en el horizonte, asoman otras dos escuadrillas de Migs.
La primera ofensiva argentina en el Atlántico Sur, que terminó en la guerra de las Malvinas del siglo XX, empezó a prepararse el día 19 de marzo de 1982, cuando una cuadrilla de obreros civiles llegaron a Puerto Leith, en la costa noreste de la isla Georgia del Sur, a la vieja estación ballenera que había operado desde 1909 hasta 1965. Transportados por el buque de la Armada Argentina "Bahía Buen Suceso", llegaron e izaron la bandera azul y blanca. Algunos infantes de la marina argentina se habían infiltrado entre los trabajadores, presentándose bajo el disfraz de investigadores científicos civiles.
- Uno de los antecedentes más conocidos de la 1ª guerra es el de setiembre de 1979, en plena dictadura de Videla, cuando el empresario argentino Davidoff, director de la empresa Georgia del Sur, especializada en la compra y venta de chatarras, firmó un contrato con la Christian Salvensen, una empresa de Edimburgo, comprando también el derecho a retirar los restos de unas antiguas instalaciones de caza y envase de conserva de balleneras que habían sido abandonadas en los puertos de Leith, Stromness y Husvik, en las islas Georgias del Sur - le cuenta Rodolfo Unzaga al cabo Gatica.
- Sí, y dicen que en esa ocasión, Davidoff solicitó en la embajada británica en Buenos Aires los servicios del buque polar H.M.S. “Endurance”, con el fin de transportar a las islas el personal y los equipos necesarios para desmantelar las instalaciones - dice Gatica y baja la vista del cielo de Miraflores, donde ha quedado una estela de humo gris al paso de los aviones.
- Como los británicos no aceptaron el pedido de uso del buque H.M.S. “Endurance”, en agosto de 1981 Davidoff pidió permiso al Ministerio de Relaciones Exteriores y a la Armada Argentina para contratar pasajes en las naves de transporte antártico - agrega Gatica, que sabe todo lo que se refiere a la primera guerra de las Malvinas porque su padre, igual que el de Rodolfo Unzaga, también combatió en el conflicto.
Y cuenta Gatica que, sabiendo la marina argentina que el gobierno británico pensaba retirar del servicio activo en el Atlántico Sur al H.M.S. “Endurance”, e imaginándose una posible salida inglesa de Grytviken, la armada argentina firmó un acuerdo con Davidoff por el que se le permitía llegar a las islas al menos dos veces por año.
- El caso es que, en septiembre de 1981, la Armada proyectó un plan para aprovechar el negocio de Davidoff en las islas Georgias del Sur y establecer una base secreta en ese, que era uno de los territorios disputados con los británicos. Esta acción fue denominada con el nombre en código de Proyecto Alfa - recuerda Rodolfo que se enteró, muchos años después de la muerte de su padre en acción, ya en Perú, leyendo unos papeles del padre de Gatica sobre la primera guerra de las Malvinas.
- Dicen que el plan consistía en infiltrar algunos militares entre los obreros, con la excusa de que eran científicos. Y, una vez que el H.M.S. “Endurance” se hubiera apartado de las aguas del Atlántico Sur, a partir de abril, se unirían al primer grupo otros catorce infantes de marina - agrega Gatica.
- Esos otros militares, miembros de una unidad de fuerzas navales especiales disfrazados, habían embarcado en un buque que iría a restablecer las bases antárticas argentinas, y que levantarían, si les fuera posible, una base militar permanente en las islas Georgias del Sur -deja el café sin terminar en la mesa del bar “Son de Cuba” de Miraflores, y mira otra vez para el cielo, Gatica.
- Esa base debería contar con la ayuda valiosa del invierno, que impediría las medidas de fuerza que los británicos podrían tomar para desalojarlos e impedirles llevar adelante el proyecto- dice.
- Paralelo al proyecto, en octubre de 1981 el comandante naval antártico de Argentina recibió la orden del jefe de operaciones del Estado Mayor de marina para estudiar el asentamiento de una base científica en alguna de las islas disputadas con el Reino Unido. Pensaban que esa base podría instalarse durante la campaña antártica de 1981 a 1982. Esa fue la llamada Operación Alfa - cuenta Gatica, y agrega que en diciembre fue decidido que la base sería ocupada por militares y no más por civiles por la necesidad de mantenerla en secreto. Se ordenó a los Comandos Anfibios dejar listos un oficial y seis suboficiales. La misma medida se tomó con igual cantidad de buzos para las operaciones tácticas.
- En enero de 1981 empezó el entrenamiento de los comandos y de los buzos – me contaba el Indio Santiago, treinta años después. - Y el jefe iba a ser el ya tristemente famoso teniente Alfredo Astiz. El 28 de febrero embarcaron todos en Ushuaia en el buque A.R.A. “Bahía Paraíso”, encargado de la campaña antártica. Para que no interfiriera en sus planes sobre las Malvinas, el 16 de marzo el Comité Militar canceló la Operación Alfa –me dice Santiago, y salimos del Bar Riviera- pero los comandos se mantuvieron embarcados por prevención y zarparon el 18 de marzo rumbo a las otras islas, las Orcadas del Sur, acompañando al buque en su campaña antártica -.
- Peru siguió intentando mediar cuando ya había estallado la guerra y además le cedió aviones de combate a sus aliados argentinos; partieron de la base aérea de la Joya y uno de los Mirages que fueron enviados a combatir por la Argentina tenía un piloto arequipeño, de mi familia – me cuenta Gatica con orgullo, y de pronto se acuerda de las revistas “mejicanas”, como les decíamos en esa época a las aventuras que los chicos leíamos en El Tony, Fantasía y El Corsario Rojo, o en el Misterix.
- Fue una madrugada de mayo de 1982 cuando las diez aeronaves partieron de La Joya. Les cambiaron las insignias, les sacaron la bandera y la matrícula peruanas, claro, y pusieron las de Argentina. Era una operación militar secreta y por eso ni siquiera las esposas de los pilotos peruanos se enteraron de que ellos volarían hacia Argentina llevando aquéllos diez naves de combate Mirage M5-P para participar, si las condiciones lo exigían y lo permitían, en esa lejana guerra por las islas Malvinas – dice Gatica y se emociona por la gesta de su padre, tantos años atrás.
El tátara abuelo de Gatica había combatido en las batallas de Arica en 1880, y en la de Tarapacá en noviembre de 1879, durante la campaña terrestre de la Guerra del Pacífico. Se enfrentaron las fuerzas chilenas y peruanas, terminando la batalla con la victoria de estas últimas, pero perdiéndose la guerra para los ocupantes que llegaron, mejor armados y más rápidos, desde Chile. La caballería y artillería chilena utilizaba carabinas Winchester modelo 1866, y carabinas Remington, lo que en aquéllos lejanos años del siglo XIX era equivalente a la fuerza de los diez aviones que casi cien años después, en la guerra de las Malvinas de 1982, el derrotado Perú de entonces podía brindarle a sus hermanos argentinos.
- Pero cuando los aviones caza y bombarderos que el Perú le había vendido a Argentina estaban listos para entrar en combate, luego de varios días de intenso entrenamiento y acondicionamiento en suelo argentino, el conflicto terminó con la reocupación británica de las islas del Atlántico Sur, y los M5-P peruanos tuvieron que esperar la llegada de otros tiempos - le cuenta Gatica a Rodolfo Unzaga, aunque sus padres se conocieron justamente porque el peruano llegó un tiempo antes que los otros pilotos de su país, y terminó muriendo en una escaramuza durante un reconocimiento, baleado por un Sea Harrier británico.
- Fue en la misma noche en mayo de 1982 en que los diez capitanes de los escuadrones 611 y 612 de la Fuerza Aérea del Perú partieron de la base de La Joya, en Arequipa, hacia la base argentina de Tandil, al suroeste de Buenos Aires, para cumplir las órdenes del alto mando de su aeronáutica de guerra – le dice Gatica a Rodolfo.
Y ahora nuevamente, a finales de enero de 2022, la Fuerza Aérea Argentina, por medio de los canales políticos correspondientes, vuelve a pedir ayuda a los peruanos; necesita aeronaves de combate de alto desempeño para hacer frente a la armada real inglesa que, cuarenta años después de la primera guerra de Malvinas, llega escoltada por sus famosos Sea Harrier-2020, los aviones de despegue y aterrizaje vertical, semejante a los de un helicóptero, que ya en su versión de 1982 eran las más modernas y poderosas máquinas aladas que surcaban los aires:
- Es exactamente así, amigo Gatica, Argentina tiene el problema hoy, en plena alianza con Brasil, y justamente por toda la política pacifista y neutral de la Confederación, de que sus aviones de combate no están preparados para volar hasta las islas Malvinas para parar el ataque y la tentativa de invasión británica. O, peor aún, atacar los objetivos de la Royal Navy en el medio del océano y volver a sus bases en Puerto San Julián y Río Gallegos, sin reabastecer combustible – dice Rodolfo Unzaga.
- Sin embargo, camarada Unzaga – le hace recordar el general peruano Grovello Yúñes, que fue presentado a Rodolfo por Gatica –acuérdese que en 1982 los pilotos argentinos se sobrepusieron a las circunstancias adversas y pudieron hacer blanco en varios buques ingleses, lo que fue admirable en su momento -.
- Algunos aviones de guerra subsónicos fueron comprados recientemente a los antiguos EEUU -ahora atomizados y con varios de sus estados aliados a Brasil-Argentina- como los Super Etendard equipados con misiles Exocet-2021, y otras naves más antiguas, como los Mirage-2018, para ataques aire-aire, los Dagger-2020, para ataques aire a tierra, y los A-4 Skyhawk- 2015, también para aire a tierra. Pero aún así, los pilotos argentinos necesitan aviones de más autonomía de vuelo y capacidad para tareas en el mar. Y esas máquinas las tiene hoy, en 2022 solamente el Perú - le explica Unzaga al general peruano.
2ª Parte
Lima, Perú, 26 de enero de 2022
- Los Mirage M5-P-2018 son los mejores aviones de combate que tiene hoy la Fuerza Aérea Peruana. Llegaron a Perú casi cinco años antes de esta nueva guerra que amenaza a la región del archipiélago de Malvinas, es verdad, pero aún así son aeronaves que cuentan con muy pocas horas de vuelo - dijo el jefe del Escuadrón 612, y le aseguró a Unzaga que estaban en perfectas condiciones para operar.
- Son los aviones ideales para atacar los objetivos marítimos de la armada argentina: la decadente escuadra naval inglesa que se acerca – y aunque el jefe peruano no lo dijo, todos los presentes, y sobre todo Rodolfo Unzaga, lo pensaron: que se acerca escoltada por los poderosos Sea-Harrier en sus temibles versiones de 2020 y 2021.
Buenos Aires, 23 de abril de 2042
En efecto, las naves peruanas de fabricación francesa tenían, ya en el lejano 2022, una respetable autonomía de vuelo gracias a sus enormes tanques de combustible. Eran la última alternativa de subsistencia de la anticuada industria bélica francesa después que el estado galo se había tenido que asociar como socio menor a Gran Bretaña. E, irónicamente, eran también la esperanza final de la armada argentina para detener a los ingleses que se acercaban a las islas Malvinas, cuarenta años después de la primera guerra del Atlántico Sur.
- Los Mirage M5-P-2018 poseían misiles teledirigidos AS-300, con un alcance de 45 kilómetros que eran especialmente diseñados para atacar buques acorazados. Pero también eran de temer sus cañones, que disparaban balas con cabezas explosivas, de 30 mm – le cuenta el Indio Santiago a su asistente, según le había dicho su padre, un periodista destacado para cubrir la famosa “Guerra que no fue”. Deja Santiago los tres tablets que le había traído el motoquero de la agencia de diagramación, fuma nervioso, respira con dificultad, porque un nuevo acceso de ira lo empieza a atacar, y el motivo sólo puede ser la demora inexplicable de Antoine y Sérgio para entregarle los originales de los cuatro capítulos finales de “La Historia de la Confederación Brasil-Argentina”.
Buenos Aires, 25 de abril de 2042
Sérgio Cambiado, Antoine Bairral y Javier llegaron a las 9:10 a las puertas del Teatro San Martín, cada uno desde un lado distinto de Buenos Aires, después de pasar una noche en vela. No habían podido terminar de corregir la quinta prueba de los últimos dos capítulos, ni de revisar la diagramación final. Cuando se encontraron con Santiago, media hora más tarde en las oficinas de Corrientes y Uruguay, ya sabían que el clima no iba a ser de los más amenos.
Pero de nuevo el jefe los sorprendió con sus bruscas alteraciones de humor; esta vez para mejor: - Bueno, leí casi todo anoche; vamos a olvidarnos de los plazos y revisar los contenidos. ¿Cierto? Lee Javi, por favor-
- Bien, ejem...sigo – Javier nunca sabe si Santiago lo está jodiendo o si quiere ser simpático cuando lo llama “Javi”, pero vamos:
-Cuando despegaron de La Joya, en Arequipa, después de dejar su base de origen, la de Chiclayo, los diez Mirages M5-P-2018 tuvieron que elevarse por encima de los doce mil metros en un vuelo silencioso, y con los equipos de radio apagados, para no ser detectados por los radares bolivianos, pero sobre todo por los chilenos, porque desde siempre, y a pesar de la existencia de sus pactos con la Confederación Brasil-Argentina, los dos países abrigaron densas redes de espionaje, tanto de los decadentes países europeos, como de China y la India; esas cadenas de espías jugaban su partido, en ese momento, a favor de la frágil nueva república británica. Los diez Mirage M5-P-2018 fueron obligados a realizar un vuelo por rutas de fronteras, y a una velocidad promedio de menos de 800 kilómetros por hora.
- Nos preocupamos mucho en planear bien el vuelo, en todos sus mínimos detalles. No teníamos miedo de que nos detectaran los radares de Bolivia, ya que considerábamos que ellos no tenían ni ganas, ni gran capacidad técnica para hacerlo. El problema eran las bases aéreas de Chile y sus radares poderosos que, probablemente, deberían estar infiltrados de espías chinos o ingleses en Iquique y en Antofagasta. Pero aún así, pasamos, sin problemas encima de todos ellos – dice Santiago que le contó un viejo piloto, amigo de su padre que entrevistó, pero que prefirió mantenerse en el anonimato.
- Las aeronaves fueron conducidas por los diez pilotos de la FAP que en su mayoría eran oficiales y están hoy retirados; sólo unos tres de ellos siguen en la institución con el grado de generales – agrega Antoine, que lo acompañó a Santiago a un par de entrevistas con los veteranos.
- Bien, y acá Uds. dicen que los Mirages peruanos ya habían sido maquillados y, entre otras modificaciones de su apariencia, habían cambiado las insignias, la bandera y las matrículas peruanas por los emblemas argentinos con sus colores celeste y blanco de los Pucará fabricados en Córdoba. Así volaron hacia Tandil, previa escala en Jujuy, en una travesía que duró menos de dos horas. ¿No es demasiado rápido? – lee Santiago y le pasa el tablet a Sérgio Cambiado.
- Si, es verdad, ya lo revisaremos; y la misteriosa escuadrilla –que los peruanos preferían llamar “escuadrón”- de los M5-P-2018 salió acompañada por una nave madre, un LT-1000 similar a los Hércules-2015 de la Fuerza Aérea Argentina, en cuya bodega viajaba una parte de los equipos de mantenimiento y unos treinta hombres, entre técnicos y mecánicos de aviación que tenían que instruir a los argentinos en todo lo relacionado a las aeronaves y al uso del armamento– le completa Antoine, sin levantar la vista.
- Pero lo de los misiles, obuses, bombas, municiones y tanques con el combustible, que según dicen Uds. acá, “viajaron más tarde por otras vías”, a mi no me cuadra. No me cierra la información, ¿me entienden? Ése es un dato que nunca se confirmó, pero parece haber sido que usaron disfraces diplomáticos y que los transportaron por vías terrestres– se pone ansioso y nos fusila con la mirada el jefe, uno de los editores más severos.
Pero, antes que a Santiago le vuelvan las palpitaciones y empiece con sus ataques de furia, Sérgio levanta el tablet y sigue con la lectura:
-En Tandil hubieron grandes muestras de entusiasmo, y armaron una algarabía total cuando el escuadrón de cazas por fin aterrizó. Fue a recibir a los pilotos peruanos el delegado personal de la presidenta argentina, que ya hacía varios días que estaba trabajando con el Estado Mayor Brasil-Argentina, junto con el comandante general de la Fuerza Aérea Peruana, que había viajado de improviso a Buenos Aires para coordinar las acciones – lee Sérgio, respira hondo, deja el tablet sobre el escritorio, se saca los anteojos y se los limpia con calma. El Indio Santiago tamborillea los dedos, nervioso, y lo mira con ojos asesinos.
- Los pocos pilotos argentinos que estaban en la base, mientras los otros ya estaban preparándose para salir al combate desde Puerto San Julián, cuentan que en aquella ocasión – recuerda Santiago, ya más calmo, que le relató un oficial amigo de su padre– los peruanos les dejaron a los argentinos en Tandil alrededor de 90 misiles AS-300 aire a tierra, 20 misiles antiaéreos y hasta un lote de repuestos que habían comprado a los israelenses para los aviones, pero como si fueran para el Perú, y al final terminaron en Argentina.
Pero Santiago, como siempre en su función de editor, no estaba demasiado interesado en detalles -en este caso, las cuestiones técnicas- ni menos en minucias bélicas.
–Quiero saber cómo terminó la famosa “Guerra que no fue”, ¡Quiero detalles! ¡Que plasmen los sentimientos de la gente, el miedo del pueblo, nada más! – y otra vez la respiración entrecortada, las venas del cuello tensas, los ojos con la mirada inyectada. Salimos callados y pensativos.
3ª Parte
- Antoine, anoche tuve un tremendo insomnio y me puse a pensar sobre lo que nos dijo Santiago – dice Javier y le pasa un mate amargo a Sérgio Cambiado.
- Y creo que tuve una idea: dejar de hablar un poco de la guerra y concentrarnos en el habla de ese pueblo enorme que va desde el Perú hasta la Argentina y Chile – agrega Javier, y enseguida piensa en lo que le van a retrucar: “si, perfecto, ¿pero qué tiene que ver eso con la Guerra que no fue?” ¿No es sobre esa tal guerra que se trata en estos dos capítulos?
- Okey, vamos a hacer un repaso del tema de la guerra y después pensamos lo que nos proponés, ¿puede ser Javi? – tercia Antoine Bairral.
– Veamos: Libia les entregó clandestinamente algunas bombas a tres oficiales de la fuerza aérea argentina a fines de mayo de 2021 y envió dos Boeing 707 con misiles aire-aire, 23 misiles Estrella y 32 lanzadores Kasef, algunas docenas de proyectiles Maksuf-2020, diez morteros de 60, dos toneladas de munición, etc. Mucho de este material no fue acondicionado durante los preparativos de la guerra y se arruinó por completo, etc, etc. Todo esto lo vamos a eliminar, no interesa – lee Antoine y borra párrafos enteros del tablet.
- A ver acá: un bombardero británico Vulcan tuvo un desperfecto en un tanque de combustible antes de llegar a la isla Ascensión y los brasileños, a contragusto, le terminaron dando autorización para aterrizar en Recife si no pudiera llegar hasta Ascensión. Pero se quedaron con el armamento y tres misiles antirradar Shrike, y devolvieron al piloto y el avión a Europa, etc, etc. Esto también lo limamos...eliminado, ¿ok? – sigue Antoine recortando los textos que le parecen excesivos en el tablet.
- Argentina y Chile estuvieron a punto de ir a la guerra, una vez más, en el 2021 porque, como las fuerzas militares argentinas eran levemente superiores a las de Chile, los chilenos temían –con una cierta razón- que un gobierno argentino victorioso en la recuperación de las Malvinas pudiera decidir también recuperar las islas de Lennon y Picton después de derrotar a los británicos. Entonces, para que el ejército argentino no pensase siquiera en avanzar hacia el oeste de la cordillera en caso de victoria contra la flamante y débil república inglesa, lo que le convenía a Chile era que Argentina perdiera. E hicieron todo lo posible, aunque sin comprometer la neutralidad para lograrlo, etc...no, no, esto tampoco lo vamos a dejar – dice Sérgio, que además insiste en que las nuevas políticas integracionistas y pacifistas de la Confederación Brasil-Argentina no tienen nada que ver con esas intrigas del pasado, que eran meros resquicios de tacañerías de la cultura de los milicos.
- Bueno, y entonces ¿por qué no consideramos este otro texto? lo traje hoy, y cambia de tema – aparentemente, remarca Sérgio - para dejar claro que, si los peruanos ayudaron a la Argentina en la Guerra que no Fue, en 2022, los motivos no eran sólo políticos o militares, sino profundamente culturales. Tenían que ver con la larga tradición que nace cuando San Martín cruza los Andes con un ejército de chilenos y rioplatenses, en pleno siglo XIX, expulsa a los españoles y enseguida liberta a Perú y a lo que luego se llamaría Bolivia, el Alto Perú de entonces. Vean:
“El aymará es la principal lengua de una enorme familia del mismo nombre. Es el idioma que habla, con diversas variantes, la nación aymará en Bolivia, en Perú, Chile y Argentina. Es un idioma oficial en Bolivia y en el Perú junto con el castellano; y también la primera lengua de un 35% de los bolivianos; además de ser el principal idioma amerindio del sur peruano y el norte chileno.
Nació en las serranías andinas del centro del Perú. Y se extendió hacia el sur como una “lingua franca”, que fue luego adoptada también como la lengua madre de los pueblos Wari y Txapakura, dispersos entre Sagarana, el Puesto Indígena São Luiz, el de Sotério y la ciudad de Guajará-Mirim, todos en territorios del Brasil. Más tarde la reemplazó el quechua desde la costa hasta el Cuzco central y sus alrededores, pero siguió siendo hablada desde Arequipa, en el Perú hasta el Poopó, en la actual Bolivia, a la llegada de los conquistadores españoles.
Bolivia reconoce además del castellano como idiomas oficiales, al aymará y a otras lenguas. También el Perú implantó la oficialidad del aymará, junto a otros idiomas indígenas. Pero tanto el éxodo rural del siglo XX como las nuevas oleadas migratorias a mediados del XXI, junto a enormes desplazamientos bolivianos también han llevado millares de hablantes a zonas metropolitanas de Argentina o Brasil, en primer término y, en general, a todos los otros destinos de la gran emigración latinoamericana de 2019 a 2043.
El idioma aymará usa con generosidad sus recursos gramaticales y es muy valorado en su cultura el uso diestro del idioma, mostrando respeto y cortesía con juegos de palabras y figuras de dicción que son muy elaboradas. En cambio, quien habla mal se arriesga a sanciones. El mal hablar se ve en el uso de oraciones cortas con un mínimo de formas; hablar brusca y secamente, sin dar atención a lo que otros dicen, se paga con una sanción, que por lo general es el silencio del otro; aunque el silencio también puede ser señal de cortesía hacia la persona que habla. Tal vez de allí nazca el concepto del aymará como de gente estoica y silenciosa, lo que puede resultar de los manejos que hacen del silencio como una sanción negativa.
EL aymará también es explícito en relación a los movimientos, y sus verbos definen muy claro el andar, configurando lo que se lleva a cuestas. Por ejemplo, no se pueden transportar granos con el mismo verbo con el que se mueven objetos cilíndricos. El movimiento está siempre presente y sólo se detiene con el uso de sus sufijos. En el idioma aymará un verbo sin sus sufijos que señalen el movimiento deja al que oye con una información insuficiente”.
- Bien, bien; sí, es cierto; todo lo cultural, y sobre todo las lenguas populares son temas trascendentes para el continente americano, del norte al sur, porque son trascendentes para millones de americanos. Los pueblos de Paraguay, Bolivia y Perú, sobre todo, lucharon durante un siglo para que el quechua, el aymará y el guaraní fueran declarados, sin restricciones, como lenguas oficiales y de trabajo del antiguo Mercosur junto al portugués y el castellano. Incluso la protección y la promoción a las lenguas americanas de poblaciones más reducida, también empezó a ser efectiva desde 2038, por lo menos. Pero Sérgio, ¿cómo vamos a “encajar” esto con lo de La guerra que no Fue?- pregunta, con una cierta ingenuidad Antoine.
- Esperáme un poco y ya vas a ver: el quechua, aymará y guaraní, junto con el castellano, son lenguas con reconocimiento oficial en Bolivia. El guaraní, además, es lengua oficial de todo el Paraguay, fundador del antiguo y extinguido Mercosur; y también fue reconocido en la provincia argentina de Corrientes. El quechua y el aymará ya eran oficiales, porque siempre fueron hablados en otros estados asociados del viejo Mercosur – sigue Sérgio, sin prestarle demasiada atención a las dudas de Antoine.
- Sigo: “Los derechos lingüísticos, del modo que desde siempre lo entendió el Consejo de Europa, por ejemplo, ya han llegado a América para las lenguas autóctonas también. Hasta 2023, tan sólo el francés, una lengua europea, había logrado en el Quebec canadiense el pleno reconocimiento de sus derechos lingüísticos. Nada, ni remotamente parecido, se había hecho con el quechua, el aymará, y el guaraní hasta bien avanzado el siglo XXI. Y eso que esos tres idiomas indígenas siempre fueron, y con mucha diferencia, las lenguas americanas que cuentan con un mayor número de hablantes en Perú, Bolivia y Paraguay.
- Bueno; ahora quiero que Uds. vayan lo más a fondo posible. Quiero el alma, la esencia, no tengo tiempo de andar lidiando con mediocridades. Quiero oír sobre las lenguas del pueblo, todos los matices de los dialectos regionales, europeos e indígenas. Exijo saber qué diablos es el famoso portuñol, qué fue de la vida del antiguo Mercosur, qué pasó con el castellano y el portugués primitivos, los de los años de 2015 y 2020 - recuerda Javier haberle oído decir a Santiago, antes que empezara a babearse de rabia y de impotencia al ver la demora de la obra.
- Es verdad, fue lo que él nos pidió, exactamente, al mencionar a los grandes territorios de las lenguas que se estructuraban, entre 1980 y 2024, con las mismas jerarquías con que se regulaban los viejos imperios coloniales; dice él que era una estructura de dominación clásica, que tenía un centro imperial, que en el caso del portugués antiguo era la vieja Academia Brasileira de Letras, con sus casacones, sus levitas elitistas, sus sillones fijos y sus discursos sempiternos –concuerda Antoine y se ríe al recordar la última reunión en la oficina de la calle Corrientes, cuando salieron rápido y asustados con el ataque de iracundia del jefe.
- Y en el caso del castellano antiguo – al que antes algunos le llamaban de un modo erróneo español- era la vieja Real Academia Española, en la península ibérica, una autoridad lingüística que legislaba, después de haber “fijado, pulido y dado brillo” a la lengua castellana. Las antiguas 22 academias refrendaban todas las decisiones, y asumían la edición y publicación de las grandes obras académicas del pasado – recuerda Antoine haber leído en los apuntes que Sérgio Cambiado anotó luego de la última reunión, también terminada en gran trifulca, con el jefe.
- El gobierno boliviano, ahora coligado a la Confederación Brasil-Argentina, organizó campañas de alfabetización, entre otras, en las tres lenguas: quechua, aymará y guaraní, además de en castellano, ayudando en su sobrevivencia y la dignificación de sus hablantes – dice Sérgio y piensa para si mismo que esto sí es hablar del pueblo y sus sentimientos, y debe ser algo que le interese al jefe.
- Es que América, de norte a sur, era el único continente, hasta los años de 2025, en donde ninguna lengua autóctona había pasado por una normatización, lo que finalmente ha sido adoptado de forma plena e íntegra por todos los organismos estatales e interestatales. Un paso postergado de descolonización, pero que al fin permitió la asunción de la identidad americana y la recuperación de la dignidad ultrajada de millones de personas en toda América, y sin que por eso tuvieran que renunciar a sus otras lenguas, el castellano y el portugués - completa Antoine Bairral.
- ¡Eso mismo, Antoine! son cerca de 80 millones de ciudadanos en los países miembros del antiguo Mercosur y sus asociados que hablan hoy, en pleno 2048, los idiomas quechua, aymará y guaraní en un grado u otro – se entusiasma Santiago cuando lee el texto ya editado que Sérgio y Antoine le pasaron por e-mail.
- Es verdad, y vean Uds. – escribe Santiago en el mail de respuesta al día siguiente - el Consejo de Europa cuenta hoy, a su vez, con 23 lenguas oficiales: alemán, búlgaro, castellano, checo, danés, eslovaco, esloveno, estonio, finés, francés, griego, húngaro, inglés, irlandés, italiano, letón, lituano, maltés, neerlandés, polaco, portugués, rumano y sueco. La mayoría de ellas con muchos menos hablantes que el quechua, el guaraní o el aymará. Y todavía, muchas pertenecen a la misma familia lingüística, como ocurre con las mayoritarias hoy en el viejo continente: el portugués, castellano, francés, italiano y rumano - todas ellas lenguas románicas, agrega el jefe editorial - sin que eso impida su oficialidad. ¿Por qué no puede tener ya hoy la Confederación y sus países aliados, además de las cinco lenguas oficiales: aymará, castellano, guaraní, portugués y quéchua, las de los otros cientos de grupos étnicos de la Amazonia, la Patagonia y el Gran Chaco? ¿No lo exige la dignidad de esos otros casi 40 millones de americanos? - vocifera, respira hondo, transpira, le pulsan las sienes, y se entusiasma, Santiago.
- El Paraguay cumplió con su obligación moral hacia los millones de compatriotas hablantes del guaraní al conseguir que su lengua fuese declarada también oficial y de trabajo en el extinguido Mercosur, como parte del proceso de la descolonización lingüística de los idiomas autóctonos en los organismos interamericanos. Y además, Paraguay y Bolivia abogaron por la plena oficialidad del quechua, el aymará y el guaraní en el Mercosur. Millones de personas en América y en todo el mundo aplaudieron el gesto, y ni Brasil, Argentina, Uruguay o Venezuela, pudieron negar un pedido tan justificado, y menos con sus bárbaras historias nacionales de exterminio de cientos de pueblos originarios - justifica Santiago, y con ello santifica todo el largo texto nuevo que Antoine, Sérgio y Javier le proponen para suavizar el tema crudo y militarista de la Guerra que no Fue.
Buenos Aires, septiembre de 2048.
Sérgio y Antoine encienden los video-plasmas de pared antes de salir del cuarto del hotel donde estaban reunidos y oyen el discurso de la presidenta de la Confederación Brasil-Argentina:
“- Deseamos la paz y la concordia con Bolivia, Paraguay y con todos nuestros vecinos. Lo deseamos fervientemente. En las guerras siempre muere el pueblo. Nosotros somos pueblo. Que muere por unos intereses que no son los suyos y que ni siquiera entiende. La Guerra del Chaco que enfrentó a Bolivia y Paraguay hace poco más de un siglo, por ejemplo, no sirvió en Paraguay ni siquiera para acabar con el apartheid lingüístico contra el guaraní. Las clases dominantes, durante la guerra, hablaron de nacionalismo y elogiaron el uso que se hizo del guaraní durante el conflicto. ¿Pero qué otra lengua podrían haber usado los combatientes si en ese momento era la única de más del 80 por ciento de los paraguayos que sólo hablaban guaraní y no entendían el castellano? Pero una vez terminada la guerra las clases dirigentes no oficializaron el guaraní y ni dejaron que se alfabetizase al pueblo en su idioma. Pero hoy -en pleno 2048- el estado Paraguayo funciona en guaraní en su administración. Se ha roto el apartheid lingüístico paraguayo para romper la injusticia y las desigualdades -”.
Y Antoine Bairral, Sérgio Cambiado y Javier se miran y no pueden contener la carcajada de entusiasmo, simultánea, y estruendosa, al seguir escuchando el discurso que dice :
“– Y La Guerra que no Fue, que hoy cumple un nuevo aniversario, nos sirvió para terminar con la última nota del viejo imperialismo inglés en América, al derrotar al colonialismo sin un tiro de cañón, sin un herido siquiera, y logrando todavía que los Kelpers, antiguos habitantes de las Malvinas, votasen en la NU a favor de integrarse ala Confederación Brasil-Argentina” - .
“- La Guerra que no Fue, sí significó un paso trascendente en la historia de la descolonización americana y de la justicia social, porque al mismo tiempo que incorporó a las Malvinas y sus habitantes al pueblo sudamericano, también logró la plena e irrestricta legalidad del quechua, el aymará y el guaraní en el antiguo Mercosur, que en esos días se disolvió para darle lugar a la nueva Confederación. La Agrupación Mujeres Trabajadoras Indígenas, el Movimiento de Educadores, el partido Campesino Paraguayo, la Confederación Sindical de Mujeres Interculturales de Bolivia que representan a las etnias aymará, quechua, guaraní, caimán, ayoreo y otras naciones indígenas, la Confederación de Pueblos Indios de Bolivia y Confederación Nacional de Mujeres Indígenas, y sus 34 naciones de las tierras bajas de Bolivia; la Confederación de Campesinas de Bolivia, una organización de indígenas vinculadas con el gobierno; el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyo que agrupa a los indios de las tierras altas de Bolivia; y la Organización Femenina Juana Azurduy, lograron la elaboración de materiales educativos en lenguas originarias, edición de diccionarios, historias, y de un nuevo currículo del sistema educativo plurinacional, y nuevos materiales didácticos en lenguas como el tsimane y tacana y la definición de sus alfabetos. Porque, aparte de las naciones aymará, quechua y guaraní, existen otros 32 grupos o pueblos culturalmente diferenciados. Hay que recordar que los indígenas son más de la mitad de la población en Guatemala y en Bolivia. En todos los países latinoamericanos se habla más de un idioma: en Colombia son unas 73 lenguas, en Perú unas 62, en México más de 50, en Bolivia unas 32, en Guatemala otras 20, y en Chile se hablan más de 10-".
- En síntesis Santiago, la Guerra que nunca Fue terminó en paz con los ingleses, que se retiraron derrotados, y la Confederación fue victoriosa sin que hubiera otras batallas más que las diplomáticas. Y de un solo plumazo, para poder integrar a los Kelpers, cuyo idioma siempre fue un dialecto del inglés del siglo XIX, la Confederación mapeó las lenguas más habladas en América Latina –que son el nahuátl o azteca, el quiché maya, el quechua, el aimara, el guaraní y el mapuche- y con eso generó un enorme movimiento cultural y educativo, que tuvo grandes repercusiones de avance social - agrega, entusiasta con la aprobación del jefe, Sérgio.
Pero, ¿sería esa la esencia de los pueblos que nuestro editor buscaba en nuestra Historia de la Confederación? ¿Estaría el alma de nuestros pueblos escondida en la selva del Gran Chaco, o enmarañada entre las lianas de las junglas amazónicas? ¿No sería un caso como el de aquel mulato loco, uruguayo que había sido lancero de Artigas y después, muchos años más tarde, luego de terminada la batalla de Curupaití -en que los paraguayos derrotaron a las tropas argentino-brasileñas en la vergonzosa Guerra de la Triple Alianza- se perdió en las cerrazones, vagando por los terrenos barrientos, encharcado por las lluvias de la estación, lo que evitó que fuese otra presa fácil del fuego de la artillería guaraní? Recuerdo que Javier me contaba que el mulato logró desaparecer y, escondido en medio de las fieras y comiendo frutas silvestres, por fin se entregó a la locura, que era una chifladura mansa, en la que soñaba con desvaríos proféticos, que le dejaban ver claramente el futuro.
¿Andará el alma de los pueblos americanos, perdida entre sus muchos idiomas y dialectos, buscando todavía un encuentro generoso y futurista, libre de prejuicios y perfeccionismos? Era lo que todavía se preguntaban Antoine Bairral, Sérgio Cambiado y Javier al salir de la oficinita de Corrientes y Uruguay.
4ª y última parte.
Buenos Aires, invierno de 2048.
Reunión del equipo editorial en las oficinas de la calle Corrientes.
- En 2021 las disputas por las grandes reservas de guano de pájaro de las islas peruanas del Pacífico, de pronto, volvieron al punto en que habían parado, casi 150 años atrás, después de desatarse la llamada “Guerra del Salitre” o “del Guano” – lee Antoine Barral en el tablet. Es que otra vez, como en el pasado, en las Islas Lobos, las toneladas de excrementos que antiguamente eran usadas como fertilizante agrícola, y más tarde en la industria de la pólvora, llevaron a que el congreso de los 23 estados remanentes de los EEUU, temiendo que Perú y Chile pudieran volver a controlar los precios, aprobaran una ley por la cual sus “marines” podrían ocupar toda y cualquier isla o islote rocoso del Océano Pacífico que contuviera las valiosas reservas de guano.
- Ocurre que, luego de la guerra del siglo XIX en que Chile le quitó el litoral marítimo a Bolivia y la derrotó junto con Perú en una rápida sucesión de batallas, llegando incluso a ocupar Lima, el guano había perdido su valor comercial frente a descubrimientos técnicos realizados en Alemania – completa Sérgio Cambiado. El salitre artificial producido entonces en Europa, pasó a reemplazar al que se encuentra en el excremento de las aves marinas de la costa del Pacífico chileno, que habían perdido valor.
- Pero la decadencia de las industrias europeas en el siglo XXI, y el encogimiento territorial de los Estados Unidos, le habían dado nuevo valor al guano viejo – lee Antoine y apaga el tablet.
Sólo para hacer un poco de historia, recordemos que entre finales del siglo XIX e inicios del XX, el enorme desarrollo de la población en el viejo mundo -que ya llegaba en 1850 a los 266 millones de habitantes- exigió a los antiguos imperios centrales aumentar la producción agrícola. A partir de 1879, el Perú exportó casi 12 millones de toneladas de guano, a tal punto que, entre 1869 y 1875 el guano representaba casi 80% de su presupuesto nacional.
Para tener una idea del valor que el guano significaba para la agricultura de aquélla época, basta decir que el arqueólogo norteamericano Julius Bird halló grandes reservas del fertilizante natural debajo de una capa gruesa de residuos dejados por una civilización pre-cerámica en Pichales,en la región de Piragua, en el Perú, con una antigüedad de más de 3.200 años a. c.
São Paulo, otoño de 2048.
Revisando la prueba final en la imprenta de Editora Monteiro Lobato.- A ver, Xavi, ¿puede seguir leyendo? – dice Santiago. “Igual que en el siglo XIX, en que el Viejo Mundo se interesó por su compra, y el guano de las islas fue reemplazando de a poco al estiércol de ganado que era usado desde la época medieval, el interés por el excremento de las gaviotas sudamericanas volvió a Europa después de 2021.
Como en 1841 -cuando Perú envió el primer embarque a Gran Bretaña y poco después necesitó despacharles otros 22 barcos más, y hacia Francia, Alemania y Bélgica con más de 6 mil toneladas- los cargamentos aéreos y marítimos empezaron a aumentar en la tercera década del siglo XXI.
Diferente de como había ocurrido en el pasado -cuando a partir de 1850 el precio promedio aumentó, hasta producirse la caída brusca de la década de 1860, al empezar las ventas del fertilizante artificial descubierto por los europeos- la fiebre por el guano chileno y peruano renació en pleno siglo XXI”.
- Vamos a borrar lo anterior, ¿ok? Siga leyendo -.
“La consecuencia casi inmediata del nuevo “boom” fue un gran despliegue de barcos de guerra en toda la zona del Pacífico. Una gran cantidad de islas fueron ocupadas en pocas semanas por aventureros y supuestos descubridores norteamericanos. Se llegó a tal punto en el emprendimiento, que los improvisados empresarios comenzaron a importar mano de obra barata de la poderosa China para recoger el guano de las rocas chilenas y peruanas, igual a lo que había ocurrido en el siglo XIX. Miles de chinos se extenuaban de sol a sol, semidesnudos en las islas, sin recibir los sueldos prometidos y sin que se les autorizara a pasar a tierra firme”.
“En el triángulo formado entre Bolivia, Perú y Chile, tres especies de aves –la guanay, el piquero y el pelícano- dejaban sus excrementos en la costa del Pacífico que en el siglo XIX supo ser boliviano y peruano. Hacia la mitad del siglo XXI, ese guano -otra vez reconocido como un poderosísimo fertilizante, y por no haber sido recogido por más de cien años- formaba verdaderos montes de casi 40 metros de alto”. – Esto también lo recortamos. Siga –
“Chile, lo mismo que los disminuidos Estados Unidos, no tardaron en volver a poner los ojos en esa riqueza natural por la facilidad con que se convertía en dinero vivo, de la noche a la mañana, en el mercado externo”.
“Nuevamente como en el siglo XIX -cuando hasta su propia carta magna de aquella época dictaba que su territorio llegaba hasta el desierto de Atacama, y aún así Chile se declaró propietario de las guaneras de Coquimbo, del desierto entero, y de todas las islas adyacentes- otra vez las naves de guerra estadounidenses avanzaron sobre la costa, desembarcaron y se dirigieron hacia el desierto hasta llegar a Fiambalá, en Catamarca, Argentina”.
- Es verdad. El presidente de Chile envió una misión diplomática para pedir apoyo de tropas al gobierno boliviano, pero no consiguió nada de inmediato. En mayo de 2021, las fuerzas navales norteamericanas desembarcaron en Mejillones para imponer la propiedad que les permitía la ley mencionada – recuerda Antoine y corta la lectura. El jefe lo mira por arriba de los anteojos de lectura, carraspea, y sigue leyendo:
“Enseguida, el 5 de junio, el congreso boliviano en Oruro autorizó al poder ejecutivo a declarar la guerra a los 23 Estados Unidos si no consiguiera el desalojo de las islas chilenas por la vía diplomática. Aprobó también dos artículos secretos, uno para crear un acuerdo con Perú, a cambio del guano de Mejillones; y otro para nuevos pactos con las potencias amigas, la Confederación Brasil-Argentina, y China”.
- Perú demoró unos días en apoyar a Chile y Bolivia, mientras que Gran Bretaña, a la que Bolivia había pedido un préstamo, decidió intervenir en el conflicto y sacar algún provecho intentando desembarcar tropas en las islas Malvinas, cuyos habitantes se habían aproximado políticamente a la Confederación – comenta Sérgio. Lo único que parecía restarles a Bolivia, Perú y Chile era lograr un acuerdo pacífico con los piratas norteamericanos”.
Catamarca, octubre de 2042.
Estercita sufrió un desmayo e imaginó un tren, y en cada ventanilla creyó ver una escena de su larga vida: casi una niña, cuidándola a doña Eufemia, setenta años atrás; y hace otros cuarenta, ayudándolos a Roque y a la tía Gringa. ¡No es fácil cumplir cien años! La ciencia avanzó mucho y logró la cura del cáncer, el sida y la dependencia del "paco", la marihuana y hasta del alcohol y el tabaco. Pero no curó los males de la memoria y las nostalgias.
Doña Estercita cumplió cien años y se acordó, como quien ve una película, de las imágenes más nítidas que revivió durante el desmayo. Sintió otra vez las alegrías que había gozado medio siglo antes, y el dolor de los recuerdos más amargos, como el de la segunda guerra de las Malvinas, “la que no fue”, la de 2022.
Y se acordó de la pena profunda de la tía Gringa, cuando supo que había muerto el hijo de Rodolfito en la maldita segunda guerra, del mismo modo estúpido, inútil casi, que lo habían matado el padre en la primera, cuarenta años antes.
Los ingleses estaban llegando, en una última tentativa de encontrar gloria con los mismos métodos de un pasado que ya había terminado y que sólo ellos no veían así. La escuadra británica arrastraba por las aguas turbulentas del Atlántico el orgullo derrotado de una potencia que ya no lo era más, y cuyos últimos súbditos –los Kelpers- ni siquiera querían seguir hablando el inglés patrón de Londres, y habían contratado lingüístas y filólogos –de la universidad de Buenos Aires-para estructurar una nueva gramática y una lexicografía que tomaba prestamos del inglés de los siglos XVIII y XIX y los mezclaba con el “papiamento” y los diversos slangs jamaiquinos.
Los ingleses habían llegado a doscientas millas marítimas de Puerto Argentino –al que los primeros marineros ingleses llamaran Stanley en el siglo XIX, y que los Kelpers cambiaran, en un gesto de buena voluntad hacia los vecinos continentales- y se enteraron de la noticia con horror.
Los habitantes de las islas Malvinas habían tomado dos decisiones insólitas y sobre las cuales el servicio de informaciones no les había alertado: repudiaron el nombre Falklands, del mismo modo que en 2019 habían rechazado el de Port Stanley, y habían pedido la incorporación a la Confederación Brasil-Argentina como la provincia de número 53º -las otras 28 eran brasileñas y 24 argentinas- .
- Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile, estados libres asociados, votaron inmediatamente a favor de la incorporación de los Kelpers y mandaron tropas mixtas de refuerzo al archipiélago – lee Antoine.
- Las Naciones Unidas convocaron al consejo de seguridad, y tanto el Consejo de Europa como los 23 Estados Unidos, China y la India, votaron unánimemente a favor, dejando a la vieja Gran Bretaña, una vez más, aislada y derrotada – completa Sérgio.
La tenaza que ambas potencias anglosajonas –la vieja y decadente Gran Bretaña y los reducidos 23 estados norteamericanos- habían estado cerrando sobre Chile, Perú y Bolivia por el Pacífico, y contra los Kelpers por el Atlántico Sur, ahora estaba anulada y desmontada.
Pero Rodolfo Unzaga no había tenido la suerte de poder ver el final pacífico del conflicto.
Lima, Perú, 27 de enero de 2022
Rodolfo Unzaga, agregado militar en la embajada argentina en la capital peruana, levanta la vista, ve el escuadrón de aviones caza cruzar por sobre el cielo de Miraflores y piensa en su destino.
Era el tercer Rodolfo entre los Unzaga, y el primero había muerto en un accidente en la cuesta del Portezuelo, en 1952, el mismo año de la muerte de Evita. El segundo fue su padre, hijo de Victoriano que entró muy joven en la aeronáutica, y murió en la primera guerra de las Malvinas, en 1982, tres semanas después del desembarco argentino en Puerto Stanley.
Piensa Rodolfo, y vuelve a mirar hacia el cielo, y ve que desde el norte, haciendo una enorme curva en el horizonte, se asoman otras dos escuadrillas de Migs y una de los Mirage peruanos donados a Argentina antes que se desatara el inicio efectivo de las hostilidades.
Perú -amenazado por la marina de guerra norteamericana por el Pacífico, y que había seguido intentando mediar ante las amenazas en el Atlántico, cuando ya casi habían estallado las primeras declaraciones británicas de guerra- cedió enseguida los aviones de combate a Argentina. El escuadrón partió esa noche de la base aérea de La Joya y en uno de ésos Mirage M5-P-2020 iba Rodolfo Unzaga para participar, si las condiciones se lo exigían, en una nueva guerra por las islas Malvinas.
Sin embargo, cuando los aviones caza-bombarderos que cediera el Perú ya se encontraban en Puerto San Julián, listos para entrar en combate, luego de varios días de intensa preparación en tierra argentina, el conflicto terminó con la desocupación británica pacífica y ordenada -supervisada por China, Vietnam y la India- de todas las islas del Atlántico Sur. Al mismo tiempo, la flota naval norteamericana comenzaba la retirada de las islas chilenas del Pacífico.
Pero Rodolfo había salido con su Mirage, media hora antes del giro sorprendente de los hechos, cuando la flota inglesa estaba a menos de 150 millas de las islas. Era nada más que un vuelo de reconocimiento, pero fue abatido por un caza Sea-Harrier-2020. Una única ráfaga de ametralladora, una única víctima, que la Confederación no quiso reconocer como caída en combate, sino como muerte en un accidente. La familia aceptó las explicaciones oficiales y se quedo callada. Ya no había patriotismos posibles en un momento en que una larga paz se imponía por sobre todo el continente.
La Gringa nunca recuperó su alegría. Y Estercita ahora, veinte años después, cumplía sus cien años y se acordaba, no de Rodolfito, pero sí de la profunda e inconsolable tristeza de su tía.
La “Guerra que no fue”, y la entrada de los Kelpers a la Confederación, marcaron toda una época con un nuevo objetivo prioritario: la unidad de todos los idiomas de la gran región como lenguas de encuentros, instrumentos que no serían más de dominación de los pueblos, pero sí de comunicación y de formación de una patria grande y justa en común.
Fin.
Javier Villanueva, São Paulo, 20 de enero de 2012. Cuento inspirado en ideas y sugerencias futuristas de Antoine Bairral.
Lea más en:
http://portunhol21cienciaficcionportunhola.blogspot.com
Nota:
Los idiomas nativos de América.
Este cuento de ciencia-ficción futurista relata hechos irreales. Pero los datos brevemente ofrecidos en la 3ª parte sobre los idiomas nativos de América son reales y verdaderos. Vea un poco más:
El nahuátl era el idioma que hablaban los aztecas, y antes de la llegada de los españoles funcionaba como una lengua franca o común dentro de su imperio. Actualmente lo hablan unos 2 millones de habitantes en México, Guatemala y San Salvador.
El quiché es la lengua maya más conocida y la hablan en el sur de México, en Guatemala y en Honduras más de medio millón de personas.
Ya en la extensa América del Sur, los idiomas actuales más vigentes y reconocidos son el quechua o quíchua, el aimara o aymará, el guaraní y el mapuche. El quechua era el idioma oficial de todo el vasto imperio Inca. Actualmente, el quechua se extiende desde el sur de Colombia, todo Ecuador, Perú, Bolivia y hasta el norte de Argentina; es una familia de lenguas originaria de las sierras de los Andes centrales que se extiende por la parte occidental de Sudamérica y lo hablan unos 9 millones de personas. Es la familia lingüística más extendida en Bolivia, Perú y Ecuador después del español o castellano, de la familia indoeuropea (1).
El aymará también se habla entre Bolivia y Perú, pero tiene menos hablantes que el quechua, alrededor de unos tres millones. El guaraní se habla sobre todo en Paraguay, en el noreste de la Argentina y el suroeste de Brasil.
Finalmente, el mapuche es el idioma indígena más hablado de Chile. Mapuche significa “la gente de La tierra”, pero ellos prefieren llamar a su lengua “mupudungu” o “lengua de la tierra”. Es uno de los idiomas de América Latina con menos hablantes. Se calcula que actualmente lo hablan medio millón de personas.
(1) El quechua parece haber tenido su origen en una lengua antigua de la región central y occidental del Perú. Esta protolengua habría generado dos variantes a mediados del primer milenio de la era cristiana, las que a su vez originaron las dos ramas de la familia que luego se fueron extendiendo y diversificándose a través del ancho territorio andino en oleadas sucesivas, a veces desplazando, u otras muchas superponiéndose a un sustrato aimaraico anterior. Hacia el siglo XV, el quechua clásico se convirtió en una importante lengua vehicular del Antiguo Perú, que finalmente fue adoptada como lengua oficial por el estado de los incas. Esta variante fue la más importante entre las empleadas para la catequización de los pueblos indígenas durante la colonización española. A inicios del siglo XX, el quechua sufrió un retroceso por el avance sostenido del idioma español a través de la escolarización en todas las áreas rurales.
J.V. São Paulo, 2012.
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